Félix Rodríguez es catedrático de Filología Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alicante. Ha realizado estudios sobre el argot que emplean diferentes grupos para comunicarse, como los militares, los jóvenes o los políticos, y ha analizado además el lenguaje de la discriminación, especialmente de tipo racial. Es autor además del Diccionario del sexo y el erotismo, publicado en 2011 por la editorial Alianza. Antes se ocupó de investigar la terminología que rodea al mundo de la homosexualidad. El resultado de su trabajo se recoge en el Diccionario Gay-Lésbico, publicado en 2008. En él aparecen más de 1.500 entradas, que comprenden desde los términos despectivos hasta los eufemismos y las palabras clave usadas en un ambiente que durante largo tiempo fue clandestino.
Queer Magazine: ¿Cómo desarrolló su trabajo de documentación para la redacción del Diccionario gay-lésbico y la recopilación de terminología?
Félix Rodríguez: Primeramente, al igual que he hecho con otras investigaciones, partí de documentos escritos, vaciando todo el léxico encontrado en glosarios y diccionarios, y anotando cuantas palabras y expresiones encontraba a diario en los medios de comunicación y en revistas especializadas. Pero por experiencia, como sociolingüista, comprendí que eso solo resultaba un tanto frío e incompleto, por descontextualizado, y que tenía que entrar en contacto directo con el colectivo de los homosexuales, especialmente en grandes ciudades como Madrid y Barcelona.
En Madrid, hice trabajo de campo en la zona de Chueca y me entrevisté con personas ligadas al movimiento gay, como Leopoldo Alas, José Infante, Eduardo Mendicutti y Carlos Albertos Biendicho. Y en Barcelona, contacté también con figuras relevantes, como Armand de Fluvià y Ferrán Pereda, y, dentro del lesbianismo, con Jennifer Quiles e Isabel Franc. Y para culminar mi recopilación, consulté los recursos bibliográficos existentes en algunos centros como Cogam en Madrid, el Casal Lambda de Barcelona y el Col·lectiu Lambda de Valencia.
QM: ¿Por qué consideraba necesario crear un Diccionario gay-lésbico? ¿A quién va dirigido?
FR: La creación de este diccionario parte de mi interés por la lexicografía y la sociolingüística, en especial del habla de los grupos sociales. He aquí que en el transcurso de la escritura del Diccionario del sexo y el erotismo, que se publicó en 2011, descubrí que había un extenso léxico relacionado con la homosexualidad, tanto en la faceta más técnica como en la del argot y el lenguaje más informal, y consideré que sería muy pertinente desligarlo y profundizar en él para contribuir también a erradicar las manifestaciones de los prejuicios atávicos sentidos por la sociedad entera hacia los homosexuales.
QM: Suponemos que los términos utilizados para caracterizar la homosexualidad tienen usos diversos: despectivos, eufemísticos, palabras clave para averiguar si otra persona es homosexual… ¿Cuál es la principal dificultad que encontró a la hora de clasificar estos términos para su Diccionario gay-lésbico?
FR: Como toda habla de grupo, este lenguaje encierra una variedad de registros, tanto más si, como ocurre en este caso, tradicionalmente ha sido objeto de un gran estigma social. Así se explica que en este vocabulario se den cita expresiones insultantes proferidas por el público en general y cuya intención resulta de lo más patente; otras eufemísticas y políticamente correctas empleadas por la sociedad ‘biempensante’, y por los propios homosexuales; sin olvidar, dentro de éstas, las que a lo largo de la historia han tenido un sentido críptico, ideadas como un medio de autodefensa y que, por consiguiente, han pasado desapercibidas para el público general y para el investigador, como ser así, ser del gremio (o del club, de los nuestros, de la cofradía, de la serie, del pan, etc.).
En esa misma línea críptica, me ha interesado especialmente descubrir y revelar las expresiones utilizadas para asegurarse de la orientación sexual del interlocutor, como ¿entiendes?, y otras más desconocidas (¿estás solo?, ¿paseas?, ¿vas de viaje?), de uso en periodos ya olvidados de nuestra historia, como la dictadura franquista, en los que fue notable la persecución y hostilidad. Rastrear estas últimas me llevó a la búsqueda de informantes mayores que me relataron sus propias experiencias y cómo se veían obligados a emplear expresiones ambiguas para encubrir sus verdaderas intenciones. Ese mismo afán me llevó a recopilar los códigos empleados en la subcultura gay como señal de identificación, sobre todo en épocas en las que la orientación era invisible, como arrastrar un jersey, la corbata roja, el color verde y rosa, la bandera del arco iris y el antiguo código de los pañuelos con sus distintos colores.